RESEÑA DEL DISCO DE PACO DE LUCÍA
“” CANCIÓN ANDALUZA “”
Nadie podía imaginarse que el homenaje que
siempre pensó tributar a la copla Paco de Lucía acabaría por ser su último
disco completo de estudio. Un drama, una pura letra de canción que, tristemente
para el flamenco y la guitarra, se acabó cumpliendo un 25 de febrero en las
playas del caribe mexicano.
De todo se dijo durante mucho tiempo
antes. Desde poco después de aparecer “Cositas Buenas”; que si Paco está
haciendo un disco de copla, que si ya lo tiene, lo típico siempre que se habla
de un grande. Y corrían los años 2008, 2009… pero lo cierto es que se puso
manos a la obra bastante después, finalizando 2012. Y fueron apenas once meses
en su cuartel general mallorquín y entre giras por el Mundo, los que necesitó
Paco de Lucía para grabar en la soledad de su estudio este precioso recital de
media hora de la mejor guitarra española.
Ocho piezas que para muchos pueden ser
“menores” dentro del vasto repertorio del genio de Algeciras. A nosotros no nos
lo parece, teniendo en cuenta el significado, la factura final y, ahora más que
nunca, el momento de su aparición.
“María de la O” no podía faltar. El
clásico de Valverde, León y Quiroga se expone casi sin aditamentos durante el
primer minuto para virar por bulerías y oler a Jerez justo después. Ahí nos
damos cuenta de que este disco es la revisión flamenca de una música
verdaderamente hermana. “Canción Andaluza” abraza definitivamente la copla-canción
con el flamenco y comprobamos tras ello que no hacen falta arreglos rebuscados
de estética contemporánea casi siempre desafortunados para observar una evolución,
aquí clarísima, en una música injustamente tachada de anacrónica.
La incorporación de Carles Benavent es
una de las noticias. Seguramente el destino cortó la vuelta y el “arreglo” de
un sexteto que, como un matrimonio, dejó de verse pero no de sentirse. Sobre
aquellos acercamientos este que escribe oyó al maestro Jorge Pardo departir no
hace mucho…quizá…
Junto a las percusiones de Paquito
González (músico que puede presumir de haber trabajado con Vicente Amigo,
Poveda y ahora con Paco…) las palmas y jaleos de los “maestros cantores” de
Jerez: Carlos Grilo, Bo, Juan Grande y Luis Carrasco. Aparecerán más tarde
también.
La versión de “Ojos Verdes” se inicia
muy brevemente con una introducción medio libre medio a compás de seguiriya
que, créanme, en las manos de Paco de Lucía, suena de otra manera. Nunca dejó
de ser flamenco. Y eso en los guitarristas posteriores y, sobre todo en los que
se le suponen en la carrera por el liderazgo guitarristísco, se nos antoja
cuestionable.
De nuevo una versión esencialmente
respetuosa con el esquema primario en su primera mitad para posteriormente
acomodarse por rumba con el compás de Piraña y el bajo de Alain Pérez. Belleza
infinita, matices. Siéntense, no es el momento de coger la guitarra.
Lo primero que le entran a uno al
escuchar las notas de “Romance de Valentía” son ganas de llorar y reír a la
vez. Agradecimiento por tanta belleza, tanta memoria y tanto eco ibérico.
Mientras las castañuelas de Lola Blanco y el contrabajo de Toni Cuenca
acompañan ese magma de pulso y púa que sale de la cabeza y manos de Paco de
Lucía, nos acordamos también del fado (se repetirán esos ecos todo el disco.
Paco de Lucía nunca renunció a sus orígenes).
Nuevamente respeto escrupuloso por la
melodía original y los ecos de la pieza de Quintero, León y Quiroga, con dos
alicientes, eso sí. El refuerzo instrumental de una verdadera orquesta de pulso
y púa y la asombrosa frescura de un hombre que no era un anciano cuando grabó
todo este material. Y mucho menos a nivel musical.
A su segunda esposa, Gabriela Canseco,
va dedicada “Te he de Querer mientras Viva”, canción a la que Estrella Morente
pone voz. Segunda intervención en menos de un año de la hija del gran cantaor
del Sacromonte junto al genio de Algeciras. Como si de un acto de contrición se
tratase, las familias Lucía y Morente dejan aquí su mejor legado. Corto, exiguo
sin duda, para lo que podía haber sido y no fue, vaya usted a saber por qué
buena (o quizá ridícula) razón.
Primera mitad de disco vista y no vista.
Como la segunda, que se escurre por los auriculares sin más esperanza que la de
repetir y repetir el disco.
“La Chiquita Piconera” de León y Quiroga
tiene la misma factura que “Romance de Valentía”, los dos puntos más “ibéricos”
del corte. Donde se fusionan mejor los ecos flamencos, los copleros, el fado y
hasta el clásico. Porque advertimos de nuevo que los arreglos finales resultan
brillantemente escolásticos pero a la vez comprensibles. Recuerden lo que decía
Manolo Sanlúcar: “gusta, encanta al que no sabe y vuelve loco al que sabe…”
En general podemos advertir que este
disco, más que para guitarristas, es para cuerdas, para músicos de cámara y
grupos de pulso y púa.
Con la letra del “Romance de Juan Osuna”
y en su compás homónimo llega “Zambra Gitana” que, en la voz de Parrita,
resulta especialmente caracolera. Desde luego un acierto porque este
intérprete, de quién también se acordó recientemente Marina Heredia, es de los
que consigue más claridad de vocalización respetando un metal broncíneo. Gitano
no andaluz que ya trabajó con el Maestro lustros atrás. Vicente Castro es uno
de esos “tapados” cuya inmensa discografía deberá ser revisada.
Junto a él, de nuevo el grupo de Jerez y
los Puertos, coloreando la belleza.
A nuestro juicio la cumbre de “Canción
Andaluza” llega en “Quiroga por Bulerías”, compendio instrumental sobre las
melodías de “La Ruiseñora”, “Lola la Piconera”, “Señor Sargento Ramírez” y
“Candelaria la del Puerto”, obras insignes del trío Quintero, León y Quiroga. Iconos
por otra parte de esta web y cuyas semblanzas tratamos meses atrás.
Pieza que podría insertarse en un disco
de los contundentes del genio algecireño. No porque este no lo sea, sino porque
aquí concretamente, en este corte, los arreglos y el avance que rezuman esas
piezas hacen que sí se pueda notar un cambio, una revisión de la versión
inicial. Estamos realmente ante una pieza nueva. Un conjunto de falsetas por
bulerías que, lo sospechamos, ya estarán siendo repentizadas en los cuartos de
estudio de los guitarristas.
Estupendo fraseo, separación de los
temas y explosión tímbrica en los sitios precisos. Cima de perfección que,
además, se extiende más que ninguna otra pista. A partir del minuto cuatro sólo
podemos decir que si la felicidad suena a algo, debe de ser a eso que nos
ofrece Paco de Lucía.
“Señorita” de León y Solano es el
epílogo salsero (otro género que siempre agradó por Playa del Carmen) a un
disco que, además de obra maestra musical, resulta una excelente lección de
historia de la cultura latinoamericana.
Con arreglos, coros y bajo de Alain
Pérez estamos seguros de que Óscar de León no se vio en otra igual. Estupenda
labor conjunta y cierre a un disco que deberá llamar a la reflexión de la
afición.
Con el recuerdo a su querido Félix
Grande y el desnudo agradecimiento a Isidro (Sanlúcar) se cierra un libreto que
comienza escribiendo su hija Casilda. Sobrevuela siempre la idea de
agradecimiento y, sobre todo, la mirada atrás (como en el caso de Picasso)
hacia una infancia en la que se forjó todo. Y debió de ser mucho porque de ello
seguimos bebiendo los aficionados.
No hay excesivo alarde técnico (entendido
como escalas, picados, trémolos o alzapúas) pero sí una generosa musicalidad y
un gran conocimiento de los tempos, los tiempos y, como decimos, la ciencia del
arreglo para guitarra y derivados-antecedentes organológicos. Aquí hay
guitarra, mandola, mandolina, laúd y guitarró. Y todo en sus manos.
Concluimos que este debía de ser un
álbum de regocijo y homenaje propio al entorno y la infancia de Paco de Lucía.
Los años en los que flamenco, canción y Andalucía eran lo mismo sin más
prejuicios. Urgía, desde luego, una reivindicación de una estética atacada y
menospreciada sin ningún motivo más allá de los intereses extramusicales de la
mediocridad que infecta la “alta” sociedad española.
Porque si algún defecto tuvo el Maestro
fue haber nacido en un país que ignora a sus grandes héroes y sólo acierta a
recordarles a medias cuando no “molestan”.
Y después de Paco, ¿qué? Dicen que dejó
medio disco flamenco hecho, que saldría inmediatamente después que este. Ya
sólo queda escucharlo y teorizar sobre si este cierre con ecos de infancia era
su destino real irrevocable. El punto final de un ciclo vital maravilloso que
nunca debió acabar.
Nada mejor ni nadie mejor para hacer eso
que llaman “Marca España” que Paco de Lucía, a quien se le tendrá mucho que
agradecer aún.
Puta vida esta, a la que precisamente
canta tocando el Maestro de maestros. Puta por corta y por traicionera, sobre
todo a la hora de escoger y seleccionar a sus presas. Siempre compinchada con
la muerte para llevarse primero a los mejores, los que dejan más solos al
resto.
Por Pablo San Nicasio Ramos
(Guitarrista y Periodista Chalaura.com)
Colaborador Fundación Guitarra Flamenca.
Impresionante reseña la de Pablo San Nicasio, excelente articulo, muchas felicidades Pablo, un fuerte abrazo
ResponderEliminarÓle!!!
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