lunes, 9 de febrero de 2015







“TITO Y SERRANITO”








Tenía mucha intención y significado. Era el reencuentro de dos maestros, pero también la constatación de que una actitud constructiva siempre gana. Fue el triunfo de la inteligencia frente a una cerrazón musical que llenó sus épocas artísticas y que, tristemente, aún perdura en algunas aulas y colmaos.


El pasado 25 de enero yo mismo me encargué de “liar” el reencuentro en Ajofrín (Toledo) de dos maestros de la guitarra, viejos amigos del toque. Uno de la guitarra clásica, Demetrio Ballesteros, “Tito” para sus amigos y alumnos, que hizo de anfitrión. El otro, Víctor Monge “Serranito”, aquel guitarrista flamenco que “menos disgustó” a Andrés Segovia.








Protagonistas de una edad de oro de la guitarra española, maestros reconocidos en sus respectivas disciplinas que, precisamente por eso, apostaron siempre por la convivencia e intercambio de ideas entre las estéticas clásica y flamenca. Tan españolas como universales y tan necesarias como complementarias para el normal desarrollo musical de cualquier guitarrista.


Muchos guitarristas de los que hoy dan clase en los conservatorios, algunos incluso alumnos de estos maestros, se niegan a aceptar el flamenco como asignatura académica, del mismo modo que otros ven demasiado “payo” el refinado y delicado concepto de la pulsación o la armonía de los clásicos. Son cada vez menos, afortunadamente. Y sabemos, ellos también, que sus opiniones, además de interesadas y rancias, son equivocadas. Fruto del miedo egoísta al guitarrista total, al que demandarán los públicos más pronto que tarde. Ese que les hará sus poltronas un poquito más inestables.








Allá ellos, en Ajofrín, con mi amigo Álvaro Tirado (profesor del conservatorio de Valdepeñas), el maestro Óscar Herrero y yo mismo de testigos, asistimos a una interminable y entrañable tertulia plagada de anécdotas, enseñanzas, confidencias y chascarrillos guitarrísticos de dos maestros, viejos amigos, guitarristas, músicos integrales. Fenomenales personas que nos volvieron a recordar que al final, la guitarra pone y pondrá a cada uno en su sitio.



Por Pablo San Nicasio Ramos
(Guitarrista y Periodista Chalaura.com)

Colaborador Fundación Guitarra Flamenca.








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