domingo, 7 de septiembre de 2014






“”  MANUEL  CÁCERES  PIZARRO  “”






“” Un Guitarrero de la vieja Escuela de Madrid “”

Cruce el lumbral de la puerta de su taller y esos antiguos aromas a madera y barniz volvieron a cautivarme, como dándome la bienvenida y haciéndome sentir participe de un lugar sagrado, donde nacen las Sonantas de las manos del antiguo artesano, que las mima y las acaricia sin prisa peinando sus betas. Verdaderamente me encontraba en un lugar sagrado para los amantes de la artesanía y posiblemente en una de la Guitarrerías más antiguas de Madrid, para mí y para todos los amantes de la Sonanta un Museo donde disfrutar al máximo de todas sus joyas.









Queriendo abarcar cada detalle con mis ojos y emborrachándome de tanta belleza a mí alrededor, me era imposible abarcar toda esta artesanía que se encontraba ante mí. Colgadas de sus techos preciosas tapas de madera que esperaban hacia unos años su momento para hablar, pequeñas piezas de madera en sus rincones para ser moldeadas cuidadosamente, en sus estanterías antiguas maderas de ébano secando e impregnado un suave aroma al taller, fotografías de grandes Maestros del Toque que habían visitado y visitan este lugar (Juan Maya “Marote”, Paco Peña, Carlos Garfaña, Miguel Ángel Lejarza, Claude Miles, etc…), antiguas herramientas que siguen dando el mejor servicio al Maestro Guitarrero, en sus paredes Diplomas otorgados por su trabajo y dedicación artesanal a la construcción de grandes instrumentos y a la derecha un mueble con las mejores reliquias y recuerdos de toda una vida en su taller, al final una pequeña puerta con una cortina de colores donde se moldea la madera con antiguas prensas y cortan los patrones artesanalmente.










En el Mostrador una Guitarra duerme boca abajo después de una intensa jornada de trabajo, se siente muy contenta porque es ella la protagonista, ya que el Maestro solo tiene ojos para ella en estos días, es de una preciosa madera de Ciprés y unos acabados de impresión, con solo dos días de vida,  el Guitarrero la levanta y me enseña cuidadosamente todos sus detalles y acabados, que por cierto quiero comentar que es una guitarra totalmente artesanal ya que todas sus piezas y digo todas sus piezas las hace artesanalmente. Después de contemplar esta Joya que rezuma el perfume de una guitarra recién nacida, el Maestro Artesano me la ofrece en mis manos para que la escuche hablar. Acomodándome en una pequeña banqueta y con un paño cubriendo sus costados con todo el mimo del mundo, todo el que se le puede dar a una Joya de Madera mis manos empiezan a acariciar sus trastes y me deleito con su sonido nota a nota, después de un rato me vuelve a sorprender de nuevo con su timbre y  ya tomando confianza con ella y al rato de tocarla, siento en mi cuerpo el sonido artesano de la Guitarra Flamenca de Madrid, un gran sonido y un timbre muy especial que no se puede describir con palabras, yo diría un sonido más gordo y no chillona. Es curioso porque en cada lugar de nuestra geografía tienen un timbre diferente las Guitarras Flamencas de los diferentes constructores, pero lo que si tienen en común o tienen que tener todas es el “sonido Flamenco” que las caracteriza y me refiero a ese carraspeo que ya hemos hablado en otro artículo y que solo tienen las Sonantas Flamencas.






Así fue como conocí a Manuel Cáceres y su taller en la Calle Jardines de Madrid, una de las calles aledañas a la Puerta de Sol  y una de las zonas más castizas del Madrid antiguo, donde se han situado grandes   Constructores de la Escuela de Guitarreros de Madrid.






Manuel Cáceres es uno de los Guitarreros más antiguos de la Escuela de Madrid en la actualidad y uno de los escasos representantes de la Guitarrería extremeña, nacido en el año 1947 un 22 de Octubre en  Campillos de Llerena, desde pequeño demuestra muchas facultades y afición por la madera, hasta tal punto, que camino a la escuela había una carpintería en la que se paraba a contemplar al Maestro Artesano el señor Nemesio Rubio, que daba forma a la madera construyendo diferentes figuras. A sus trece años de edad se traslada a Madrid junto a su familia, y a los pocos días entra a trabajar en el taller de los Ramírez, en la calle Concepción Jerónima, su primera estancia fue corta, ya que su madre lo saca para trabajar de ayudante de zapatero en el nº5 de la calle Guillermo Pingarrón, después vendrían algunos cambios de oficio más como en una droguería de la avenida de la Albufera, hasta que su familia decide enviarle a Francia con su hermano. Ya a su regreso a Madrid a los ocho meses de su viaje a tierras francesas, empieza a trabajar de botones en el hotel Amberes, después en una fábrica de hacer muebles para maquinas de coser y posteriormente en una carnicería también, pero la verdad es que ninguno de estos oficios le llama la atención, por lo que decide volver nuevamente al nº2 de la calle Concepción Jerónima (el taller de los Ramírez). Allí es colocado en el departamento de restauración, junto a Ramón Peñalver y Pedro Manzanero, y en 1964 pasa al taller de construcción en el nº10 de la calle General Margallo, tras presentar a Don José una guitarra en miniatura. En su nuevo puesto tiene a Paulino Bernabé como Maestro descubridor de los múltiples secretos de la Sonanta. Su periodo de aprendizaje dura cuatro años ya que se tiene que marchar al servicio militar a Melilla. A su regreso continúa trabajando en el taller de D. José Ramírez, aprendiendo todos los secretos de la construcción de la Sonanta de la mano de los maestros que trabajan con él, sus ganas de aprender y su devoción por la madera le llevan a ser en poco tiempo Oficial de primera, hasta que en el año 1978 decide independizarse después de doce años junto a D. José.






Sus pasos le llevan ahora a Casassimarro, un pueblo de Cuenca con gran tradición Guitarrera para gobernar el taller de Vicente Carrillo, fallecido en 1971. Durante todo el mes trabaja y estudia las condiciones propuestas por Gabriela Casas (Viuda de Carrillo). No llegan a un feliz acuerdo y Manuel decide dejar el pueblo y acomodar sus herramientas en el nº21 de la calle Puerto de Barbaran, en el barrio Madrileño de Vallecas, mas tarde instalaría su taller en el nº14 de la Calle Jardines donde se encuentra en la actualidad y os recomiendo visitar.










En Julio de 1982 es invitado junto al japonés Connor, al Concurso Internacional de Guitarra en La Habana (Cuba), para dar unas lecciones practicas sobre construcción y lo mismo hace el mes de Agosto del mismo año, en Paracho de Verduzco (México).
Son muchos los cursos impartidos por Manuel Cáceres, en ciudades Mexicanas como Zamora y Morelia, en las que fue encargado de dictar el II Curso de Construcción de Guitarras (el primero fue impartido por Félix Manzanero) y solicitado por los alumnos a que impartiera los siguientes en el 1983, con ocasión de su conferencia en Ocampo, en la sierra de Angaguro, en la cordillera Neovolcanica, con idéntico cometido y resultados. En el mismo año Manuel Cáceres fue invitado a San Juan de Puerto Rico, como lo sería más tarde en Amberes, y en Mayo de 1994 nuevamente La Habana le ofrece la tribuna por encargo del Gobierno Cubano.






Aunque nunca fue amigo de exposiciones y concursos, en 1985, acudió al Concurso Internacional de Constructores de Guitarras de Castres (Centro muy importante en la manipulación de la madera) recibiendo de manos de su Presidente D. Philippe Eyveaux, seis diplomas correspondientes a otros tantos premios obtenidos.
En la actualidad trabaja en su taller construyendo grandes Guitarras, y su trabajo es muy solicitado por grandes Maestros del Toque, a los que ofrece sus mejores Sonantas, construyendo por encargo dentro y fuera de la Península.






Sin duda alguna una gran trayectoria la del Maestro Artesano Manuel Cáceres, en la actualidad Colaborador de la Fundación Guitarra Flamenca, desde la cual queremos felicitarle por su gran trabajo y dedicación en la construcción de Grandes Joyas de Madera. Desde la Fundación animamos a todos los amantes de la Sonanta y de la Artesanía a visitar su taller en la Calle Jardines nº14 de Madrid.

¡Felicidades Maestro!
















Por Ángel Hernández Sevilla.

Fundación Guitarra Flamenca.


No hay comentarios:

Publicar un comentario